Sábado 23 de enero de 2016
El Foro Económico Mundial en la ciudad suiza de Davos sirvió para algo más que atraer inversiones de algunas multinacionales.
El multilateralismo prometido en la asunción de diciembre chocó contra los hechos: las reuniones con líderes del liberalismo mundial en el foro y la presión a Venezuela con la clausula democrática sitúan al gobierno de Macri, cómodo, en el margen derecho.
También en Davos, pero en 2009, el entonces ministro de finanzas sudafricano, Trevor Manuel, hablaba del multilateralismo (la interrelación de varios estados en actividades determinadas) de todos los países como solución de la crisis financiera que tuvo inicio en ese año. Con la asunción de Mauricio Macri y la llegada de Susana Malcorra a la cartera de Relaciones Exteriores se esperaba una apertura a todos los países para solucionar los problemas nacionales; pero la cumbre en Davos demostró un panorama más cerrado.
Más allá de lo que el economista Matías Tombolini calificó como “una pasada de gorra internacional” del gobierno argentino en Davos, que recibió algunos millones de multinacionales con Coca-Cola a la cabeza, el macrismo todavía no da señales de una política exterior sin prejuicios ideológicos, una de las promesas de campaña.
Las reuniones con Enrique Peña Ñieto, cabeza de estado mexicano, Joe Biden, vicepresidente estadounidense y Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí develan la nueva posición de Argentina para con el mundo. El giro parece ser de 360º con respecto a la posición del kirchnerismo cercana a los países latinoamericanos, los BRIC e Irán; todos rivales respectivos (en términos económicos o geoestratégicos) de los países a los que ahora se acerca Argentina. Lo cierto es que Argentina no solo deberá esperar para lograr la multilateralidad, también para abandonar las políticas de gobierno por políticas de estado.
