Sábado 31 de octubre de 2015
En la noche del miércoles se reveló que el actual jefe de gobierno porteño no participará de la discusión pactada en TN. Mientras la tendencia en el mundo es la de aumentar la cantidad de debates, la cultura política argentina sigue mirando con recelo la rendición pública de cuentas.
No es noticia que una de las mayores ventajas de Twitter es poder leer decenas de medios al mismo tiempo. Noticia es que mientras los medios estadounidenses analizaban los ganadores y perdedores del debate republicano del miércoles, en Argentina la noticia era la renuncia de Mauricio Macri al debate en “A dos voces”.
Según el conductor del ciclo, Marcelo Bonelli, el jefe de gobierno había confirmado su presencia hace solo tres días, pero desde el equipo de campaña confirmaron que asistirían a un solo debate, el de #ArgentinaDebate el 15 de noviembre. Aunque el escrutinio lo ubicó a 2 puntos de Daniel Scioli, Macri se erigió como el virtual ganador político de las últimas elecciones, lo que alienta a pensar en que el cliché “el que va primero no debate” esconde algo de razón.
Mientras tanto, después del debate republicano en CNBC, la encuestadora Franklin & Marshall reveló que el senador de raíces hispanas Marco Rubio fue el mayor ganador del debate. Con un aumento de 4 puntos, Rubio subió al tercer lugar dentro de la interna luego de un fuerte intercambio con Jeb Bush, hermano del ex presidente. Pero la tendencia es reversible, con 11 debates republicanos, 7 demócratas y 4 para presidente, los ciudadanos podrán ver y rever sus posturas.
Hasta el 4 de octubre pasado, Argentina y la República Dominicana eran los únicos dos países americanos sin debates presidenciales, según un informe de la CIPPEC. Y tampoco es necesario compararse con los 22 debates estadounidenses; el año pasado, Dilma Rousseff pasó por 2 debates antes de alzarse con la presidencia brasileña. Sumado a un sistema electoral confiable y partidos políticos fuertes, Brasil cuenta con importantes ventajas comparativas con respecto a la región.
Miedos a perder la ventaja, de espantar al electorado menos fiel o sugerencias de los equipos de asesores son algunas de las respuestas del sentido común ante la pregunta de por qué se bajan los candidatos de los debates argentinos. Hernán Charosky, coordinador de #ArgentinaDebate tiene otra visión: “La idea de someterse al escrutinio público no tiene fuerza en Argentina. Eso tiene que ver con la fuerte conexión con el caudillismo, con culturas donde la rendición de cuentas ante la gente no es un valor importante”.
