Domingo 4 de mayo de 2025
Ubicado a 18 kilómetros de Los Toldos, sobre la ruta 65, el Monasterio Benedictino "Santa María de Los Toldos" ha sido desde 1948 un lugar de retiro, silencio y reflexión para monjes y personas en busca de paz interior. Mamerto Menapace y su legado.
Benito se llamaba el italiano que a los 20 años abrazó el credo de la penitencia y la oración. Después de haberse propagado su fama como santo, decidió construir un monasterio en lo alto de una colina; lo hizo a mitad camino entre Roma y Nápoles, en el año 529. Allí redactó la Regla que habría de regir en sus monasterios: una existencia simple basada en la discreción. Para el día a día, asignó unas cuatro horas dedicadas a la liturgia y de seis a ocho horas al trabajo manual. “Ora et labora” es el lema de los benedictinos. Y mucho de eso se respira en el Monasterio de Los Toldos, que está al oeste de la provincia de Buenos Aires y a 350 kilómetros de Capital Federal.
Ubicado a 18 kilómetros de la ciudad de Los Toldos, desde 1948 el monasterio brinda un espacio apto para el silencio, la reflexión y la oración tanto para los monjes que lo habitan, como para las personas que desean realizar un retiro espiritual o un lugar de escucha, de aliento y de reencuentro con Dios.
El monasterio de Los Toldos: ayer y hoy
La historia del Monasterio se remonta a la década de 1940, cuando la viuda de Don Cayetano Sánchez Díaz, Doña Marenco Sánchez Díaz, decidió crear una fundación en honor a su esposo y construyó un edificio en donde actualmente funciona el Monasterio.
Entre otras propiedades, Sánchez Díaz había comprado una estancia de 3600 hectáreas («La Ciudadela») que tras la muerte del esposo dividió en 120 chacras y que ofreció a sus peones y también a familias que quisieran adquirirlas. En ese lugar también se construyó una capilla, un aula y un espacio en donde vivieron dos sacerdotes, uno polaco y un alemán que vinieron después de la Segunda Guerra Mundial.
En el año 1945, este centro fue bendecido por el Nuncio y se convirtió en un centro misional. Sin embargo, al estar en una zona poco poblada y poco conectada, quedó sin funcionar hasta el año 1948, en donde se funda el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos.
Cómo llegaron los benedictinos
Desde 1939 los monjes suizos de Einsiedln buscaban un lugar para fundar “un monasterio de Suiza», donde se venerara a la virgen negra. En 1939, se encomendó a dos monjes de Einsiedeln -los Padres Leopoldo y Policarpo- viajar a la Argentina con la finalidad de buscar un lugar apropiado para fundar un nuevo monasterio. Los dos sacerdotes recorrieron buscando un lugar para fundar el monasterio varias localidades en las provincias de Tucumán y San Luis hasta el año 1947, cuando volvieron sin éxito a Europa. En un viaje que realizó el Nuncio argentino a Suiza y en el que se reunió con esos monjes recordó algunos años atrás había bendecido un lugar que podría ser apto para el monasterio.
Poco tiempo después, exactamente el 3 de mayo del 1948, llegaron 6 monjes y 6 curas y se fundó el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos. Ellos trajeron como prenda la imagen de la Virgen Negra que un hermano la talló con un tronco de tilo especialmente para este lugar.
En la actualidad
Como complemento de la actividad religiosa, los monjes llevan a cabo la actividad agrícola para financiar las diversas actividades de la Comunidad Monástica, cuentan con un tambo en donde producen dulce de leche y queso, que lleva el sello de la fusión de las recetas de los colonos holandeses y de los monjes suizos que poblaron la zona.
En sus instalaciones disponen de un ala residencial en donde se hospedan los monjes de retiro, una escuela agrícola con capacidad para 30 alumnos internos, una casa en donde viven las hermanas benedictinas ubicada en las cercanías del Monasterio, una hospedería para personas que quieran realizar retiros espirituales y el “Museo del Indio” en donde se exponen documentos, fotos y objetos, que muestran las costumbres, vestimentas y la historia de los primeros pobladores de la zona.
Entre los monjes se encuentra el célebre, Mamerto Menapace, escritor, promotor de la cultura gaucha y referente de los principios benedictinos.
Mamerto Menapace y su legado en el Monasterio Benedictino
Mamerto Menapace, monje benedictino, escritor y conferencista, es una figura emblemática en la historia reciente del noroeste bonaerense, especialmente en Los Toldos y Junín, donde ha dejado una profunda huella tanto en lo espiritual como en lo literario.
Su estrecha relación con esta región, iniciada desde su vinculación con el Monasterio Benedictino Santa María de Los Toldos, sigue vigente a través de su obra y sus enseñanzas.
A lo largo de su vida, Mamerto Menapace se destacó no solo como líder espiritual, sino también como escritor, publicando numerosos libros que han sido éxitos editoriales. Su obra se caracteriza por una mirada profunda sobre la vida cotidiana, la espiritualidad y los valores humanos. A través de sus relatos, Menapace ha tocado el corazón de muchos, compartiendo enseñanzas sobre la humildad, la fe y la cooperación.
Uno de los pasajes más recordados de su literatura es el cuento titulado “Los dos burritos”, una parábola sobre la importancia de la ayuda mutua:
“Ninguno de los dos podía solo. Pero juntos, cada uno con su carga, llegaron a destino.” Este sencillo, pero poderoso mensaje refleja la filosofía de Menapace sobre el trabajo en equipo y la solidaridad. La vida, nos dice, no está hecha para ser vivida en solitario, sino para ser compartida, apoyándonos los unos a los otros en los momentos de necesidad.