Martes 30 de agosto de 2016
Mientras el presidente interino de Brasil, Temer, recibía a los atletas olímpicos, la presidenta Rousseff declaraba en una jornada que pareció interminable durante horas en el senado en la etapa final en el juicio politico que se le sigue desde hace 9 meses.
Dos imágenes que contrastan claramente, esa fue la estrategia del presidente que hoy ocupa la estructura de poder en Brasil. Una imagen de que “todo continúa “y la otra atada a algo que los brasileños ya están casados de ver en los noticiarios y en los diarios.
Sólo el poder en el Vaticano parece poder soportar por tanto tiempo dos Papas, esta realidad de dos presidentes en Brasil ya llega a su fin. Son horas fundamentales y finales en este juicio que de cumplirse los pronósticos y votaciones anteriores sacaría del poder definitivamente a Rousseff, para apartarla además durante 8 años de cualquier cargo público.
La presidenta dio en el Senado ayer un contundente discurso, pero a esta altura no parece ser tiempos de palabras sino de alianzas, como es la vida política en Brasil, y esas alianzas son las que llevaron al vicepresidente a la presidencia interina. Otra vez la salida constitucional de un impeachement podrá sacar a un presidente electo, una serie de alianzas parlamentarias seguirá gobernado el país. Quizás entre tan escandalosa corrupción y el debilitamiento de las causas que llevan a la salida de un presidente Brasil deberá plantearse reformas políticas mucho mas profundas, que saquen a los partidos y dirigentes de la discusión de si fue o no un golpe y permita mayor participación ciudadana en una decisión tan trascendental, lejos de los pacts politicos que a la vista demostraron en muchos casos operar para los intereses de sectores y no la totalidad de un país.
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