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Sunday 4 de October de 2015

​A pura tradición : ​8º Jineteada en Norumbega

Más de 500 personas, se reunieron en familia para compartir una nueva tradición criolla durante la jornada dominical que comenzó con un clima espléndido en Norumbega, Partido de nueve de Julio.

Pasadas las cinco de la tarde, el público que antes estaba disperso, se acercó al alambrado de El Campo de una hectárea “Los Amigos” para mirar el espectáculo principal: la jineteada. Los palenqueros y acarreadores estaban ya acomodando los primeros “pingos” en los tres palenques. Uno a uno los jinetes fueron desplegando sus destrezas criollas y mostrando su gallardía en señal de sometimiento pero también de compañerismo con uno de sus más fieles amigos desde siglos.



El evento comenzó a media mañana en un contexto pintoresco en donde predominaban los gauchos, vestidos con sus botas de cuero o alpargatas, sus bombachas, sus fajas, sus chalecos de cuero, sus boinas o sombreros y sus infaltables facones a la cintura.


Entre jinete y jinete se escucha la voz inconfundible del Paisano Mireya y también la de los demás animadores, que por momentos relataban lo que sucedía en el campo de una hectárea y, en los intervalos, con alguna otra payada con esa propia melancolía de las tradiciones gauchescas. Por allí, recordando a un tal Dr Favaloro que atendía a pobres y ricos por igual y a su inigualable legado. En otro momento, relatando la triste historia de una pobre anciana que aguardaba, incansablemente, la visita de familiares que la llevaron engañada a un asilo. Historias un poco modernas y mucho de reales y de taciturnas, como las mismas costumbres gauchescas.


Entre mate amargo y chorizos secos, las familias observaban los primeros momentos del evento: la ceremonia principal de inauguración donde ingresó la columna de caballos del Centro Tradicionalista Los Amigos de Norumbega que daban por iniciada la ceremonia y que iban comandadas por Francisco Cellotto, el estandarte; Peluso Tolosa con la bandera bonaerense y Martín Cellotto, con la bandera Argentina. Como es costumbre, la columna se detuvo, delante del escenario en donde aguardaban los animadores y floreadores: el Paisano Mireya, Gustavo Andrade y Abel González de Navarro. Y, previo a entonar las estrofas de nuestro himno, al unísono los jinetes bajaron sus sombreros que apoyaron, en señal de respeto a la patria, en el pecho.


Llegó después el juego de riendas con 23 participantes que exigían a sus caballos precisión y velocidad para lograr zigzaguear entre tambor y tambor, sin voltearlos, y lo más rápidamente posible para ganar a su contrincante, elegido por sorteo previo.


A él lo siguió el colorido despliegue del entrevero de nueve tropillas, una exhibición de caballos mansos que sin lugar a dudas fue uno de los momentos más coloridos y más emocionantes. Donde no solo se “entreveraron” los equinos sino la libertad, la naturaleza y la obediencia. Ellas pertenecían a Guillermo Ferro (3); Emiliano Muñoz de Bolívar; Carlos Larralde de Bolívar; Martín Villalobos de Bacacay, Sergio Muñoz de Corbett y Rogelio Cellotto de Nueve de Julio. Fueron muy pocos minutos, o quizás pasaron muy fugazmente para los espectadores que quedaron embelesados por la muestra de cada una de ellas en círculos concéntricos primero. Luego siguió una maraña o, como la misma palabra lo indica, “un entrevero” de caballos que por momentos , solo por momentos, pareció caótico. Inmediatamente cada uno volvió a recuperar el orden, siguiendo a su guía, la yegua madrina que exhibía en su cuello un cencerro.


A un costado, en otro punto del campo, estaba la cantina, atendida por la comisión organizadora del Club Atlético y Deportivo de la localidad, que no daba abasto proveyendo al público de todo cuanto necesitasen: tortas, pasteles, alfajores, bebidas, muchas cosas caseras y hasta cigarrillos. Un poco más lejos, estaba el suculento fogón, que exhibía manjares tradicionales y perfectamente asados por quienes mostraron también su impecable destreza sobre la cocina criolla. Lechón, asado y chorizos en cantidad y en calidad que luego los paisanos degustaron al mejor estilo campestre: sin platos, ni ensaladas. Solo con pan y cortado con el mejor filo de sus facones.


Pasadas las seis de la tarde, la gente se fue retirando del campo. Mientras quedaron apenas, algunos pocos murmullos. Eran los pasos de quienes pasaron un poco inadvertidos durante la jornada: la quincena de miembros de la comisión organizadora que trabajó incansablemente hasta largas horas de la noche. Y que lo había hecho durante jornadas enteras previas al evento, en su convicción por seguir trabajando para una comunidad a la que de algún modo siguen perteneciendo.


El domingo dijo aquí estoy viva, Norumbega, un pueblo de apenas 36 pobladores fijos, que se resigna al estigma del olvido. Y lo hizo, nada más ni nada menos, que con una tradición bien argentina.


Otros datos

El Paseo de artesanos.

La ganadora del bono contribución fue Andrea Zega de Nueve de Julio.


La coordinación general estuvo a cargo de Pelusa Tolosa y Rogelio Cellotto.


El concejal Horacio Delgado entregó un subsidio al Club Social y Deportivo de Norumbega, uno de los organizadores del evento junto a la Escuela 6 y a la comunidad.