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Domingo 17 de abril de 2016

Impeachment en Brasil

Un país dividido espera los resultados de la votación. El duelo entre la presidenta brasileña Dilma Rousseff y la oposición llega este domingo a un capítulo que puede ser el último, si los diputados rechazan una moción de destitución, o el penúltimo, si la aprueban y dejan en manos del Senado la estocada final.

Un país dividido espera los resultados de la votación. El duelo entre la presidenta brasileña Dilma Rousseff y la oposición llega este domingo a un capítulo que puede ser el último, si los diputados rechazan una moción de destitución, o el penúltimo, si la aprueban y dejan en manos del Senado la estocada final.


La despiadada lucha política que paraliza a la principal economía latinoamericana tendrá otro epicentro en las calles de Brasilia, Sao Paulo, Rio de Janeiro y otras ciudades, donde ambos bandos preparan concentraciones masivas, en muchos casos con pantallas gigantes, para asistir en directo a una ceremonia de rituales meticulosos.


La sesión se iniciará a las 14H00 locales, cuando cada uno de los 513 diputados sea llamado a comunicar su voto por un micrófono y a justificar en 10 segundos su decisión. Si 342 legisladores (dos tercios) votan a favor del impeachment, y el Senado lo ratifica, Rousseff, de 68 años, sería sometida a un juicio político que implicaría su separación transitoria del cargo. La sustituiría su vicepresidente Michel Temer, quien podría completar el mandato, hasta fines de 2018, si los propios senadores declaran a Rousseff culpable en un plazo de 180 días.


La crisis política brasileña tiene en vilo a América Latina y es observada con preocupación por el resto del mundo, a menos de cuatro meses de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Rio.


Rousseff niega los cargos que se le imputan y los atribuye a una conspiración liderada por su vice Temer y el jefe de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ambos del partido centrista PMDB.


UNA CIUDAD Y UN PAÍS PARTIDOS EN DOS

Las fuerzas de seguridad movilizaron a miles de efectivos en la que se anuncia como una de las jornadas más dramáticas de la historia de la democracia brasileña.


En Brasilia, donde se espera la llegada de unos 300.000 manifestantes, las autoridades tendieron una valla metálica de casi un kilómetro que parte en dos la explanada de los ministerios. En el lado derecho de la valla metálica, asignado a los opositores, cientos de manifestantes vestidos de verde y amarillo cantaban y proclamaban consignas contra el gobierno y el Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff. En el lado izquierdo están los seguidores del PT enarbolando banderas rojas por una gran arteria y coreando: “No habrá golpe, habrá lucha”, a ritmo de samba.