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Salud

Miércoles 17 de febrero de 2016

Diga 33

En honor al natalicio del médico francés, René Laënnec, hoy google le dedico su homenaje de portada. Este facultativo, nacido hace 235 años, inventó el estetoscopio impulsado por el pudor que sentía al acercar su oído al pecho de las pacientes.

Cuenta la historia que René Laënnec observó en el otoño de 1816 a unos niños jugando en los jardines del Louvre con un pedazo de madera. Mientras uno daba golpes en uno de los extremos de la tabla, en el otro, otros acercaban sus oídos para escuchar el sonido. Le hizo pensar. Imitando su rústico mecanismo, enrrolló unas hojas de papel formando un tubo, convencido de que, al fin, había dado con la solución a un problema que llevaba tiempo atormentándole: la incomodidad y, sobre todo, la vergüenza que le suponía pegar su oído a los pechos de sus pacientes a la hora de auscultarles.


Este médico era especialista en diagnosticar problemas torácicos, mandó ese mismo día construir un artilugio de madera hueco, de 30 centímetros de largo y cuatro de diámetro, de dos piezas, con un canal central de cinco milímetros y dos extremos en forma de embudo. Así fue como, fruto del pudor, del rechazo femenino a que un hombre se acercase tanto y de la dificultad de percibir ruido alguno en enfermos obesos, nació el primer estetoscopio, llamado fonedoscopio, alojado actualmente en el museo de Anestesiología Wood Library de Chicago.


Su nombre responde a la conjunción de las palabras griegas stethos -que significa pecho- y skopein -que hace referencia al hecho de observar-. A su uso, al estudio médico llevado a cabo con él, se le denominó auscultación.


SU VIDA

René Laënnec nació en la Bretaña francesa en 1781.


A los 12 años se trasladó a casa de unos de sus tíos, médico práctico y profesor universitario, de quien se contagió de la pasión por la medicina. Estudió en la École Spéciale de Santé de París, ganó dos premios nacionales en 1803 y durante algunos años trabajó bajo la tutela del médico de Napoleón, el Dr. Corvisart, y del prestigioso Dr. Dupuytren. En el año 1816 fue nombrado jefe del parisino Hospital Necker.


Y fue ahí cuando le tocó lidiar con una paciente, entrada en kilos, de grandes senos. Tuvo que auscultar además Laënnec a la mujer, afectada de un mal del corazón, delante de su esposo y de su madre.


Percibiendo en los ojos de la enferma un excesivo recato, el doctor desistió finalmente de este paso y redujo el reconocimiento a la toma de pulso y a la percusión del tórax.