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Viernes 9 de agosto de 2019

​“Los grandes cambios comienzan por casa”

Lo dijo el Padre Guillermo Gómez en la celebración de la misa de San Cayetano. Una multitud de fieles acompañaron en la ciudad de Nueve de Julio las celebraciones del Patrono del pan y del trabajo.

Comenzaron en la capilla que lleva su nombre con la procesión por las calles del barrio y luego continuaron con la celebración de la misa, presidida por el Padre Guillermo Gómez.


Allí el sacerdote exhortó a los fieles a sentirnos responsables y a comenzar con los cambios “desde casa” no esperando que todas las soluciones vengan de afuera. “Si bien todos tenemos responsabilidades distintas en la vida social, todos podemos hacer algo para que la vida de nuestra comunidad sea distinta”, remarcó.


En ese sentido recordó que en la oración por la patria que solemos hacer en el tedeum se ruega para que por la diligencia de los gobernantes y la honestidad de los ciudadanos podamos gozar de bienestar y de paz. “Verdaderamente necesitamos la diligencia de nuestros gobernantes, pero también de la honestidad de los ciudadanos para que una comunidad crezca y cambie y para que a todos tengan las mismas posibilidades –remarcó. Se necesita de todos pero San Cayetano nos interpela a cada uno de nosotros. El optó por tomar la iniciativa y al verlo muchos de los nobles conocidos de su tiempo se comprometieron como él en el cuidado de los enfermos y las necesidades de los más pobres. Siempre los grandes cambios han comenzado por personas que se han comprometido, que han hecho una opción de vida personal.”.


Por eso insistió en que debemos escuchar y permitir que Dios se manifieste en nosotros y que nos interpele como hizo San Cayetano. “Debemos dejar interpelarnos y comenzar por casa. Debemos dejar que nos interpele la realidad, pensar qué es lo que hacemos, qué es lo que está a nuestro alcance y que depende de nosotros y encomendarnos a la intercesión de los santos, para conseguir aquello que nos sobrepasa, porque lo que no es posible para los hombres siempre es posible para Dios”.


Luego de celebrar la misa, el padre Guillermo bendijo las imágenes y pertenencias de los fieles, y, como ya es una tradición, se distribuyeron los panes entre los presentes “con la intención de que nunca falte el sustento básico: el alimento y el trabajo que dignifica a los hombres”.