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Friday 4 de December de 2015

Una noche en el mejor bar de Latinoamérica

Hace 2 semanas el bar Florería Atlántico fue elegido, nuevamente, como el mejor de Latinoamérica y el número 39 en el mundo.

Son las 19.20 del jueves, el mozo advierte que el Amaretto es muy fuerte pero no hay caso, en poco más de 10 minutos llegará una copa invertida llena de humo y un frasco de jarabe con el cóctel italiano, empieza la noche en Florería Atlántico.


Si bien acaba de abrir, a Florería ya le quedan unas pocas sillas libres. Ubicada entre las galerías de arte de la calle Arroyo, en una de las zonas más exclusivas de la capital, por lo que no llama tanto la atención encontrar dos cuarentones fumando habanos, entalladísimos, riendo y charlando a los gritos como con nostalgia de las épocas de rugby. Mientras tanto tres extranjeros le preguntan con dificultad a una porteña: “¿Sabes si ‘La Floresta’ está por aquí?”, y ella, en perfecto inglés los conduce hacia el interior.


Es entendible que los angloparlantes no encontraran el bar, y se sorprendieran al ver como una puerta frigorífica se abre y deja entrever la escalera que lleva al bar escondido. La modalidad “speakeasy” se popularizó en los bares de coctelería porteña, que haciendo honor a las épocas de la ley seca estadounidense, se caracteriza por esconder el bar detrás de una fachada. Frank’s, The Harrison y Florería Atlántico son algunos de los principales ejemplos en Buenos Aires. Martin Auzmendi, conductor del podcast sobre coctelería “Beber” y autoproclamado promotor etílico dice que si bien la modalidad “speakeasy” puede ser divertida, se volvió demasiado recurrente en las barras porteñas y llama a “volver a abrir los bares al público”.


El Amaretto con whisky, varios aperitivos y vino no es tan fuerte como el mozo había indicado. En la barra, que cruza todo el lugar, hay todo tipo de historias posibles. La bebida es delatora. Los tres extranjeros que necesitaron ayuda en la entrada ahora hablan con otros tres hombres, los primeros toman champan y los otros alternan whisky y cocteles en vasos cortos. A su izquierda una pareja de cincuenta años es el único pedido de vino blanco en lo que va de la noche, chocan las copas, celebran. Y a su izquierda dos chicas que tomaban un Negroni y un “Juana de Arco”, con una bombilla que llama poderosamente la atención, son encaradas por uno, dos y tres jóvenes al acecho con los tragos en su mano. Auzmendi es reiterativo sobre “el arte de beber”, pero esta noche no podemos olvidarnos del arte de enhebrar una conversación fructífera desde el llano con desconocidas señoritas.


Son las 22 y es imposible conseguir un lugar. A pesar de su ubicación y posición en el ranking mundial, un trago en Florería cuesta casi lo mismo que en cualquier bar de la capital. Un famoso youtuber estadounidense que saltó a la fama, y luego a la televisión, por sus videos hablando en perfecto castellano quiere chapear para conseguir una mesa junto a su barbudo compañero de los videos. “Hay alrededor de 40 minutos de espera” responde la recepcionista impasible, Dustin tendrá que aguardar junto a las muchas otras parejas de bien vestidos. A pesar de todo, en Florería Atlántico existe cierta democracia.