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Jueves 10 de noviembre de 2016

Los hijos del dolor piden justicia

Estefanía Echegorria es hija de Sandra Villalba, nuevejuliense que en diciembre de 2011 murió en manos de su pareja, Marcelo Vicente Gamella. A 59 meses del femicidio, el asesino está condenado pero aún continúa con prisión domiciliaria. Su hija sigue pidiendo Justicia para Sandra.

Hoy se cumplen 59 meses del fatídico crimen de Sandra Villalba (40), nuevejuliense asesinada el 10 de diciembre de 2011.


Cuando ocurrió, la víctima fue encontrada por su hijo menor en su casa de la calle Azcuénaga al 800, ubicada en la planta urbana de 9 de Julio.


El asesino y único culpable fue su marido, Marcelo Vicente Gamella. Este la había matado a golpes de puño y roto la cabeza en el costado izquierdo con un objeto contundente como un fierro. La causa fue caratulada “homicidio agravado por el vínculo”.


LA HISTORIA DETRÁS DE LA VICTIMA

La falta maternal de estos hijos del dolor, que también son víctimas colaterales del femicidio hace que enfrenten cambios drásticos en su vida y una inminente necesidad de reconstruirse.


El fenómeno de la orfandad que produce la violencia de género extrema va en aumento a la par de las víctimas. Detrás de cada femicidio hay víctimas colaterales de la violencia de género, los hijos.


Nada fue fácil en la vida de Estefanía Echegorria, quien actualmente tiene 31 años y es madre de tres hijos. Tuvo que sobreponerse como pudo a la ausencia violenta de Sandra, rearmar su vida, reconfigurar sus vínculos y hasta cambiar rutinas cotidianas que de un día para el otro se volvieron extrañamente dolorosas.


La historia más lejana al dolor se remonta a su niñez. “Cuando tenía 6 años, mi mamá formó pareja con este hombre (Marcelo Gamella), quien no es mi papá. Al tiempo, vino el embarazo, nació mi hermano Enzo y el maltrato detrás. Me tocó vivir eso porque estaba con mi mamá, quien me decía “vos no digas nada, por favor”. Te juro que el miedo te paraliza”, relata tristemente Estefanía a infonueve.com.


En tanto refuerza su crónica. “Muchas veces me he preguntado ¿Por qué no hiciste nada? y me digo: “Porque el miedo te paraliza. Tenía 6 años, era una niña y tenía mucho miedo. A los 12 años lo enfrente porque estaba cansada de los golpes y me fui a vivir con mi abuela materna porque mi mamá seguía en ese círculo sin reaccionar. El me alejó de mi mamá, en ese momento”.


Con el paso de los años los vínculos entre madre e hija cambiaron. “Cuando nació mi hijo más grande, la relación con mi mamá cambio. Iba muy poco a su casa para evitarlo a él y mi mamá venía a vernos”, recuerda.


I: ¿Cómo te enteraste del crimen?

Fue una situación desgarradora y más porque mi hermano fue quien encontró a nuestra mamá muerta. Fue muy schokeante. Cuando mataron a mi mamá, mi hermano se quedó sin la madre y con su padre preso. De a poco fuimos saliendo, apoyándonos.


Hasta el mes de la muerte de mi mamá no había caído. Es terrible que te llamen y no saber ni donde estas parada. Todavía me cuesta contarloy no llorar. Cuando veo las historias que pasan a diario por los femicidios es como revivir ese momento.


La violencia no era hacia mí, pero viví todo eso. La violencia psicológica, los golpes y las amenazas.


“A nadie le gusta que le peguen, mi mamá era la víctima y el hasta la amenazaba con los nietos. Ella estaba aterrada y le tenía pánico. Ella está muerta y el sigue sin ir a la cárcel”, relata con un hablar pausado que se parece demasiado a ese dolor.


LA VIDA DESPUES DE LA MUERTE

“Al poco tiempo de que murió mi mamá quede embarazada del más chico de mis hijos. Creo que eso fue lo que me ayudó a sobrevivir ese dolor”.


La joven dice que al tiempo empezó a darle lugar a la ausencia, a entender lo que pasaba. “Estuve depresiva, con ataques de pánico y fue el embarazo lo que me ayudó fortalecerme. Mi hijo fue un regalo del cielo”, indica Estefania.


LAS MARCHAS Y EL RECLAMO

Nueve de Julio es una localidad de 50 mil habitantes ubicada en el centro oeste de la provincia de Buenos Aires. La comunidad se vio conmocionada en los últimos años por dos femicidios, crímenes que no se recuerdan con anterioridad. Uno fue de Sandra Villalba –empleada municipal - y el otro el de Karina Alejandra Baho, de 37 años, quien fue ultimada de ocho puñaladas el 22 de abril de 2010 y por cuya muerte fue condenado su marido Ricardo Germán Campos. Este fue el primer juicio oral por esa causa que se recuerde en 9 de Julio.


En relación a ello, Estefanía sostuvo que “como sociedad no tomamos conciencia hasta que nos pasa. La gente no se comprometía con la causa y terminábamos solo los familiares. Hasta que no pasa un femicidio en el seno de la familia permanecemos indiferentes”.


LA FALTA DE COMPROMISO DEL ESTADO

Por otra parte y en relación al rol del estado, Echegorria subrayó “El Estado, como formador en las escuelas, lo primero que debe hacer es empezar desde la educación inculcándole y enseñándole a los chicos que por más que sean hombres no tienen autoridad sobre la mujer. Debe enseñarle que todos somos iguales”.


Además y en cuanto a la ayuda que la familia recibe tras un femicidio dijo que “en ningún momento recibimos apoyo psicológico, ni ayuda legal. Eso es preciso y fundamental. Nos sentimos desprotegidos de todo. Cuando paso lo de mi mamá no tuvimos apoyo del Estado. Desde el servicio local nos llaman solo para que vayamos a firmar para ver quien se hacía cargo de mi hermano Enzo, porque él era menor. Enzo no quería irse de su casa, que fue donde mataron a mi mamá”.


En tanto sostuvo “Nunca tuve un psicólogo y yo soy víctima también. Mi mamá había fallecido y nosotros quedamos a la deriva. De golpe estaba metida en una situación enorme, no tenía asesoramiento. ¿Sabés lo que es ir a un lugar y que te pregunten algo y vos no entiendas? Te sentís ignorante, desprotegida. Escuchás hablar de tu mamá como si fuera un número más”, dice.


LA CAUSA Y LA CONDENA

Según los familiares y allegados, el proceso por la muerte de Sandra Villalba estuvo rodeado de irregularidades. El acusado tuvo detención domiciliaria, pero caminaba libremente por las calles.


El Tribunal Criminal Nº3 de Mercedes dictó sentencia de esta causa el 17 de abril de 2015. Gamella fue sentenciado a las 12:40 de ese mediodía: El Tribunal, finalmente encontró al acusado culpable y le aplicó la máxima pena en el Sistema Judicial argentino. No obstante, hasta que la sentencia quede firme (rige un período de apelación al Tribunal de Casación) Gammella gozará aún de prisión domiciliaria con una pulsera electrónica que controlará el Servicio Penitenciario, beneficio que la defensa de Villalba apelará para que se le quite.


Los abogados defensores (representan a Omar Alberto Villalba -papá de Sandra-) Marcelo Peña y Pablo Harguindegui habían solicitado la pena de prisión perpetua para Gammella.


EL JUICIO FINAL

Hoy se cumplen 59 meses y Estefanía aun pide justicia. “Hace casi cinco años que estamos esperando y no tenemos respuesta de la Justicia. La vida de mamá no nos la devuelve nadie, pero aunque sea queremos verlo preso al asesino para que ella pueda descansar en paz”.


Finalmente subraya “cada día de la madre, cada aniversario tenemos que ir al cementerio a ver a mi madre y en cambio a él su familia puede verlo y visitarlo en su casa. Lo mínimo que pido es que él este en la cárcel y si alguien de la justicia lee esta nota y es justo, por favor le pido que lleve a ese asesino tras las rejas. ¿Qué están esperando qué mate a otra persona mas?.