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Sábado 13 de agosto de 2016

Nucho de Buenos Aires

Una entrevista con el carnicero más importante de la ciudad. Bautizado “El rey de la molleja”, Nucho, desde su Mercado del Progreso habla de la carne argentina, los feedlots, las achuras y hasta algunas cosas más interesantes.


Alberto “Nucho” Príncipe tiene 67 años pero no se notan. La redondez y la presión de un gran cuerpo –y de años de carne- no permiten que se escape ninguna arruga. Ancho, canoso, con un aire a su colega Samid. Aunque él aclara que no tiene nada que ver con el matarife porque “no podés atender todas las partes de un negocio. Yo soy carnicero, y el que puede vender carne puede vender todo: autos, caramelos, zapatillas.”


Sobre los matarifes cuenta que antes no eran tan pesados, y que hasta se dejaban engañar por algún carnicero vivo. Pero los tiempos cambian.


Apenas después de dar la mano, Nucho aclara, "y sí, en este país tenés que ser de ultraderecha y católico, no te queda otra". Habla de la degeneración y dice que hasta el Mercado del Progreso está lleno de droga, putas y cabaret.


Nucho: Vos para esquivar todo eso, la droga, el cabaret..., o como acá, que hay tatuajes y aritos, se tiñen el pelo. Eso acá es lo más común. Yo tengo dos hijos ¿cómo hago para que los pibes salgan normales? Normales eh, no extraordinarios, yo quiero que salgan normales, nada más. Y que sean buenos. Y dóciles. Tengo que ser de ultraderecha y católico.


Entrevistador: ¿Y cómo empezó a ser "El rey de la molleja"?

N: Todo empezó cuando se mató Casiraghi -el 3 de octubre de 1990-, el marido de la princesa de Mónaco. Se le dió vuelta la lancha y se mató. Acá enfrente del mercado, estaba lo de Scioli, que abrió un lugar de venta de electrodomésticos. Y yo fui a la inauguración del local, en un momento entró Guillermo Coppola con una moto de la san puta y me llama Scioli. Primero le di mis condolencias por la muerte de Casiraghi y después le desee suerte con el negocio, (que no anduvo, porque vendió mercadería de segunda). Ahí Scioli me presentó a Coppola como "El Rey de la Molleja", y quedó.


E: ¿Cómo es eso de que la molleja no es tan cara como dicen?

N: 200 pesos cuesta. Viene la gente después del cumpleaños de 15 de la hija y se sorprende por lo cara que está la molleja ¡Hijos de puta, gastaron 40 lucas en un vestido, compraron zapatos en Miami y 200 pesos es caro! 3 alcauciles cuestan 240 pesos, y con un kilo de mollejas comen 6, 7, un pedacito para cada uno. Y la gente se va sorprendida porque hay mollejas. Yo me hice el Rey de la Molleja porque el carnicero nunca le dio bola a la molleja, porque la gente viene a romper las pelotas, no a comprar las mollejas. Dicen "deme una tira de asado, unos chorizos, ¿Y tiene mollejas? Ay pero qué caras, ¿me pesa una?" como si fuera oro.


E: ¿Por qué vienen de toda la ciudad a comprarle?

N: Porque les doy bola y tengo buenas mollejas. En cualquier carnicería compran un kilo, las tienen ahí tiradas y cuando alguien se las lleva ya son gofio. Yo compro mucha cantidad, elijo las buenas. Y sé, las de corazón son para la parrilla y las de garganta a la plancha, al verdeo.


E: ¿También hay mollejas en el exterior?

N: Sí, pero la de corazón no porque engordan mucho al animal.


E: Usted dijo que hay buenos y malos feedlot. ¿Cómo es un mal feedlot?

N: Si yo a vos te llevo todos los mediodías a comer a McDonalds y a la noche a Franfur, a glun glun ese que toman el café ahora -Starbucks- te morís a los dos años.


El feedlot es lo más grande que hay. Pero vos le tenés que dar de comer al animal lo que el animal verdaderamente precisa. No cualquier cosa porque es barato: le ponen hasta conchilla de mar molida, bosta de gallina. Entonces cuando lo comés es chancho, no vaca. Si vos le das de comer un régimen normal el animal tiene carne y poca grasa o la necesaria acá le dan de comer total sale.


Otra cosa, si vos haces una cruza entre la Xipolitakis y José Ottavis. El animal te sale una cagada. Eso tiene un equivalente animal, en Europa se cuidan mucho las cruzas y acá salen vacas medio cebú de tan malas cruzas.


E: En dos años van a ser 100 años desde que su abuelo fundó la carnicería. Sus hijos están en el negocio y un día estarán sus nietos. ¿Se va a acabar este negocio de la carnicería alguna vez?

N: Lo de mis nietos me va a costar. Porque uno estudia música, el padre del otro es traductor público nacional y no creo que lo deje o quiera seguir esto así que se va a hacer un poquito complicadito.